En el año 1.200 dC., un grupo de cazadores nómadas llamados los aztecas emigraron a Mesoamérica en busca de alimento y de caza silvestre. Alrededor del 1.325 dC., los aztecas se habían establecido en la actual Ciudad de México, y habían construido una ciudad grande, hermosa y potente en una pequeña isla del Lago de Texcoco a la que llamaron Tenochtitlan.
A medida que la población de Tenochtitlan creció, la isla se quedó pequeña. Su innovadora solución fue hacer la isla más grande. Construyeron grandes balsas de madera que cubrieron con barro y fijaron al lecho del lago mediante estacas. Muchas personas vivían y cultivaban en estas parcelas de tierra flotantes.
El Imperio Azteca
Hacia el año 1.500 dC, los aztecas habían utilizado tanto su fuerza militar como los lazos políticos para conquistar casi todo el territorio de los alrededores de su ciudad capital. El Imperio Azteca se extendía desde el Océano Pacífico en el oeste hasta el Océano Atlántico en el este.
El Gobierno Azteca
Los aztecas fundaron un gobierno central fuerte y seguro. Esto ayudó a proporcionar estabilidad, y permitió que el imperio prosperara. En la parte superior del gobierno se hallaba la familia real, dirigida por un emperador o rey.
Dicho emperador nombraba a varias autoridades para gobernar las diferentes regiones del imperio. Estos líderes juraban lealtad al emperador. El emperador mantenía su control sobre el imperio a través de la utilización de su vasto y poderoso ejército.
La caída del Imperio Azteca
En 1.521 dC, los pueblos que fueron gobernados por los aztecas se cansaron del tratamiento que recibían por parte de sus opresores. Los aztecas obligaban a todos los pueblos conquistados a pagar impuestos altos y onerosos. Asimismo, a menudo sacrificaban sus hombres a los dioses aztecas, como parte de sus prácticas religiosas.
En ese año, esas personas se unieron a los exploradores españoles, que habían llegado a la región, y atacaron la capital azteca. Unidos fueron capaces de derrocar al Imperio Azteca rápidamente.
Foto – flickr