Con la finalidad de convencer a una persona de algo, debemos exponerle una serie de argumentos que recurran a la razón y al sentido del análisis de nuestro interlocutor. Por lo tanto hay que referirse a los hechos, las pruebas y a un razonamiento lógico para que la persona termine por estar de acuerdo con nosotros. Se trata de tener una estrategia argumentativa, conectando los argumentos los unos con los otros, hasta llegar a la conclusión, con la finalidad de que el interlocutor adopte este postulado.
Persuadir implica llevar a alguien a creer o pensar alguna cosa jugando con sus sentimientos y su sensibilidad. Por lo tanto no se utilizan argumentos racionales, sino más bien retórica, juegos de frases, y si se conoce a la persona, elementos personales. La persuasión hace referencia a un marco cultural y a un sistema de valores comunes, porque hay que comprender la manera de pensar del interlocutor.
Convencer y persuadir sirven por lo tanto a un mismo objetivo, el de conducir al interlocutor a adoptar un punto de vista. Lo que varía fundamentalmente es la manera de realizarlo. Convencer, recurrir a un razonamiento lógico, científico, y más universal puede permitir alcanzar un mayor número de interlocutores de perfiles diferentes. Persuadir a alguien requiere por lo contrario conocer un mínimo a la persona o su manera de pensar, con el fin de poder jugar con su sensibilidad y sus sentimientos, sin tener necesidad de recurrir a la razón.