La tradición de la navidad invita a que muchas familias monten en sus hogares un belén o portal de Belén, también conocido como nacimiento. Esta costumbre está tan arraigada que se ha convertido en uno de los principales símbolos de la navidad en el mundo entero. Aunque cada país tiene su manera especial de representarlo, todos coinciden en un objetivo común: recrear el momento del nacimiento de Jesucristo.
¿Cuándo se monta y cuándo se desmonta el Belén?
De acuerdo con la tradición cristiana, el Belén debe montarse el primer domingo de Adviento, que marca el inicio de la temporada navideña. Alternativamente, algunas familias optan por armarlo el 6 de diciembre, Día de San Nicolás, o el último domingo antes de Navidad. Según las costumbres más observadas, el portal de Belén debe permanecer montado hasta el 2 de febrero, en conmemoración a la presentación de Jesús en el templo. Los Reyes Magos, figuras clave de la escena, llegan el día de la Epifanía, el 6 de enero.
¿Quién inventó el Belén?
La tradición del Belén de Navidad se remonta al siglo XIII en Greccio, Italia. Fue San Francisco de Asís quien lo creó por primera vez, en el año 1223. Siendo un hombre profundamente devoto y enamorado de la vida humilde de Jesús, San Francisco sintió la necesidad de hacer tangible el nacimiento del Salvador. En Greccio, con la ayuda de los lugareños, montó un pesebre vivo con un buey y una mula, mientras se realizaba una misa frente a esta representación.
¿Por qué San Francisco de Asís creó el primer Belén?
San Francisco de Asís, cuyo verdadero nombre era Giovanni di Pietro Bernardone, nació entre 1181 y 1182 en la ciudad de Asís. Tras vivir una juventud hedonista, tuvo una experiencia de conversión tras caer gravemente enfermo. En 1205, al rezar frente a un crucifijo en la capilla de San Damiano, sintió que Dios lo llamaba a reparar su Iglesia en ruinas. A partir de este momento, se comprometió a vivir una vida de pobreza y sencillez, fundando más tarde la Orden Franciscana.
Su viaje a Tierra Santa en 1220 lo impactó profundamente. La experiencia de estar en los mismos lugares donde Jesús había nacido y vivido lo inspiró a crear una representación del nacimiento de Cristo que fuera lo más cercana posible a la realidad, destacando la humildad de la escena. Al regresar a Italia, encontró en Greccio un lugar que, por su geografía y estilo de vida, le recordaba a Belén.
La primera representación del Belén
El 24 de diciembre de 1223, San Francisco organizó lo que sería el primer Belén viviente. En vez de usar figuras, la escena fue representada por personas y animales reales, incluidos una mula y un buey. No hubo ningún bebé en el pesebre aquella noche, pero la misa celebrada ante esta representación fue tan emotiva que, según la Leyenda Mayor de Buenaventura, uno de los caballeros presentes afirmó haber visto al niño Jesús cobrar vida en los brazos de Francisco.
Este evento marcó un antes y un después en la representación de la Navidad, ya que la costumbre de montar belenes comenzó a extenderse por toda Italia y más allá. El Papa Nicolás IV fue quien encargó al escultor Arnolfo di Cambio que creara un nacimiento de figuras de piedra, que aún se conserva en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, siendo una de las representaciones más antiguas del pesebre.
La popularización del Belén y su expansión
A medida que la Orden Franciscana crecía, también lo hacía la tradición de representar el nacimiento de Jesucristo durante la Navidad. Los primeros conventos franciscanos adoptaron la tradición de manera formal y comenzaron a difundirla a otros países de Europa. El arte belenista evolucionó con el tiempo, y aunque las primeras representaciones eran simples, con solo unos pocos personajes, pronto comenzaron a incluir más escenas y figuras.
El siglo XVIII fue crucial para la expansión masiva del belenismo en Europa, gracias al entusiasmo de Carlos III, quien, tras haber sido rey de Nápoles, exportó la tradición a España. Junto a su esposa, promovieron esta costumbre dentro de la corte española, lo que llevó a que rápidamente fuera adoptada por la nobleza y, eventualmente, por la gente común. En esta época, se fundaron talleres de figuras de belén, y la tradición se expandió también a América Latina a través de los colonos y misioneros.
Nápoles: Cuna del belenismo artístico
Nápoles se convirtió en el epicentro de la producción artística de belenes, creando un estilo único que combinaba figuras sagradas con escenas cotidianas del pueblo napolitano. Los belenes napolitanos del siglo XVIII son famosos por la diversidad de personajes que incluyen, desde campesinos hasta vendedores ambulantes, representando no solo la Navidad, sino también una visión detallada y artística de la vida cotidiana.
Cataluña y el “Caganer”
En Cataluña, España, el belén también incluye una figura peculiar llamada “Caganer”, tradicionalmente representando a un campesino defecando, lo que para algunos es una muestra de la fertilidad y el ciclo de la vida. Aunque esta figura despierta curiosidad y risas entre los turistas, para los locales, es una parte esencial del belén.
La evolución y popularidad del Belén en nuestros días
Hoy en día, la tradición de instalar belenes en las casas y lugares públicos sigue viva en todo el mundo. Desde la fabricación en serie de figuras en el siglo XIX hasta las elaboradas representaciones artísticas en las catedrales y plazas de muchas ciudades, el belén conserva un lugar especial en la celebración navideña.
En muchos lugares se celebran concursos de belenes, y algunos de ellos incluyen incluso figuras en movimiento o iluminaciones especiales. En la era digital, los belenes también han encontrado una manifestación moderna a través de versiones virtuales y aplicaciones interactivas.
Así, el viaje del belén, que comenzó como una humilde representación de San Francisco de Asís, continúa siendo uno de los principales elementos de la celebración navideña en todo el mundo.