Si echamos un vistazo a la Tierra, poniendo especial atención a los continentes, es difícil ignorar las coincidencias que se revelan, que demuestran la existencia del supercontinente, Pangea. La costa oriental de Sudamérica encaja perfectamente, casi como si de un rompecabezas se tratara, en la costa occidental de África. Al mismo tiempo, si giramos ligeramente Norteamérica podremos acomodarla sin problemas junto a Asia y Europa.
Pero estas coincidencias visuales no son las únicas pruebas de la existencia de Pangea. Los geólogos y biólogos han encontrado una cantidad impresionante de evidencias que demuestran que hace unos 250 millones de años, los continentes actuales estaban unidos en un único supercontinente, llamado Pangea. Este artículo te llevará a un recorrido por las pruebas más sólidas que soportan la teoría de la tectónica de placas y la deriva continental.
Pruebas geológicas de Pangea
La evidencia más conocida de la existencia de Pangea es geológica. La similitud en la forma de los continentes, en especial entre África y Sudamérica, sugiere que estos continentes alguna vez estuvieron unidos. Pero no solo las formas encajan, sino que también lo hacen las rocas. Existen cadenas montañosas y formaciones geológicas que, claramente, fueron una sola estructura continua antes de que los continentes se separaran. Un ejemplo de esto es la continuidad de los Montes Apalaches en Norteamérica con formaciones rocosas en las islas británicas y Noruega. Cuando colocamos los continentes juntos como un rompecabezas, vemos que estas cadenas montañosas parecen encajar perfectamente.
Evidencias fósiles en continentes distantes
Más allá de las pruebas visuales, los paleontólogos han encontrado fósiles similares en continentes muy separados. Esto es difícil de explicar sin suponer que esos continentes estaban alguna vez juntos. Por ejemplo, fósiles de plantas como el *Glossopteris*, que solo crece en climas húmedos y fríos, se han encontrado en Sudamérica, África, India y Australia. Otro reptil antiguo, el *Mesosaurus*, es un excelente ejemplo de fósiles que demuestran la conexión continental. Este reptil de agua dulce no habría podido viajar por océanos, sin embargo, se encuentran fósiles de esta especie en Sudamérica y África. Esto indica que los continentes alguna vez estuvieron conectados, permitiendo que esta criatura navegara libremente entre ellos.
Pruebas paleoclimáticas
Otra prueba convincente de que los continentes alguna vez estuvieron unidos es la evidencia climática. Los científicos han encontrado depósitos de tillitas (rocas formadas por la acción de los glaciares) en continentes como Sudamérica, India, África y Australia. Estos depósitos sugieren que estas áreas alguna vez estuvieron cerca del polo sur. Esto solo tiene sentido si los continentes estuvieron alguna vez juntos en una posición geográfica cercana a dicho polo.
Evidencia Paleomagnética
La técnica paleomagnética fue clave para demostrar la deriva continental. Esta técnica mide el magnetismo registrado en las rocas cuando se forman, que refleja la orientación y posición de los continentes en relación con el campo magnético terrestre en ese momento. Rocas en continentes actualmente separados muestran un patrón continuo de magnetismo, lo que indica que, en algún punto, estos continentes estaban alineados.
La ruptura de Pangea
Aproximadamente hace 200 millones de años, durante el período Jurásico, Pangea comenzó a fragmentarse. Comenzó separándose en dos supercontinentes: Laurasia al norte y Gondwana al sur. A partir de Gondwana se separaron los continentes del sur como África, Sudamérica, Australia y la Antártida. Laurasia inicialmente consistía en lo que hoy son Europa, Asia y Norteamérica. A lo largo de los siguientes millones de años, estos continentes continuaron alejándose unos de otros, hasta adoptar las formas y posiciones que conocemos hoy.
El papel de las placas tectónicas
Pangea se fracturó debido a la actividad de las placas tectónicas, que son grandes porciones de la corteza terrestre que se desplazan sobre el manto. La causa de este movimiento es la actividad debajo de la corteza terrestre, donde el calor interno de la Tierra genera corrientes de convección que empujan las placas. Estas placas pueden chocar, divergir o deslizarse entre sí, provocando grandes eventos geológicos como terremotos y la formación de cordilleras. La separación de Pangea fue causada por el mismo proceso que hoy en día sigue desplazando los continentes. Por ejemplo, los movimientos de la placa Africana y Sudamericana han causado que el océano Atlántico se siga expandiendo a razón de unos pocos centímetros por año.
¿Volverán los continentes a unirse?
Algunos científicos especulan que, dentro de cientos de millones de años, los continentes podrían volver a unirse en un nuevo supercontinente. Esto se debe a que la actividad tectónica no parece detenerse, y los continentes continúan moviéndose. Algunos modelos sugieren que un nuevo supercontinente, llamado Amasia o Novopangea, podría formarse en el futuro cuando América y Asia choquen, y el océano Atlántico se cierre nuevamente.
Todas estas abrumadoras evidencias no dejan la más mínima duda de que en algún momento, hace muchos millones de años, los continentes actuales formaban un supercontinente llamado Pangea. Y aunque los continentes parecen estar alejándose unos de otros, es posible que, en el futuro, vuelvan a reunirse en un nuevo supercontinente, debido a los continuos movimientos de las placas tectónicas.