Malaria: Causas, Prevención y el Impacto Global

  • La malaria afecta a 300 millones de personas en todo el mundo.
  • El mosquito Anofeles es el responsable de la transmisión de la enfermedad.
  • Avances en vacunas ofrecen esperanza a largo plazo para su erradicación.

Mosquito Anofeles

La malaria es la enfermedad más extendida del mundo, afectando a unos 300 millones de personas en más de 90 países distintos. También es una de las más conocidas y antiguas. En relación a esto último, se calcula que lleva infectando al ser humano durante toda su historia, es decir, más de 50.000 años.

La palabra malaria procede del italiano medieval y significa «mal aire», ya que está asociada a las aguas estancadas, aunque el responsable es la picadura de un mosquito Anofeles infectado, que inyecta unos parásitos (llamados esporozoítos) que viajan hasta el hígado a través de la sangre. Una vez allí, maduran y cambian de forma, convirtiéndose en merozoítos, los cuales vuelven al torrente sanguíneo e infectan los glóbulos rojos. A pesar de todo esto, si cuando se contrae, se realiza una hospitalización urgente, el pronóstico es bueno en la mayoría de los casos.

Comprendiendo la transmisión de la malaria

El proceso de transmisión de la malaria comienza con la picadura de un mosquito hembra del género Anopheles. Los mosquitos de este género son los únicos capaces de transmitir la malaria debido a que son los únicos que ingieren sangre en la cantidad necesaria para permitir el desarrollo del parásito en su organismo. Científicamente, se ha demostrado que el ciclo de vida del mosquito y las condiciones ambientales juegan un papel crucial en la transmisión.

Los síntomas de la malaria son escalofríos, dolor en las articulaciones, dolor de cabeza y vómitos. En los casos graves, los enfermos pueden sufrir ictericia, insuficiencia renal, anemia e incluso entrar en coma.

Impacto global de la malaria

Impacto global de la malaria

Alrededor del 90 por ciento de todos los casos de malaria del mundo se producen en los trópicos y los países subsaharianos. Esta enfermedad tiene una especial incidencia en la India, Brasil, Afganistán, Sri Lanka, Tailandia, Indonesia, Vietnam, Camboya y China. Es en estos países donde tienen lugar la mayoría de entre el 1 y 1.5 millones de muertes anuales que provoca la malaria.

A nivel mundial, los esfuerzos para combatir la malaria se han intensificado. Según la OMS, en 2022, hubo 249 millones de casos y 608,000 muertes asociadas a la malaria en 85 países. El impacto de la pandemia del COVID-19 agregó problemas adicionales que disminuyeron los esfuerzos de control en muchos países. A pesar de estos desafíos, se lograron mantener respuestas efectivas para evitar una mayor pérdida de control.

Tratamientos y resistencia a medicamentos

La malaria, si bien prevenible y curable, ha comenzado a enfrentar un serio desafío con el aumento en la resistencia a los medicamentos. El tratamiento principal contra el P. falciparum sigue siendo la combinación a base de artemisinina, conocida como TCA. Sin embargo, en algunas regiones, especialmente en el sudeste asiático y África, se ha detectado resistencia a la artemisinina, lo cual plantea un problema importante para el control de la enfermedad.

La resistencias a los medicamentos antipalúdicos no es un tema nuevo. Varias generaciones de fármacos, como la cloroquina y la sulfadoxina-pirimetamina, han dejado de ser efectivas frente a algunas cepas de parásitos. Es por eso que la vigilancia de los tratamientos es una prioridad para la OMS y otros organismos internacionales de salud.

Avances en la prevención de la malaria

Medidas de prevención de la malaria

Una de las principales formas de protección frente a la malaria es la prevención de las picaduras del mosquito Anofeles. El uso de mosquiteros tratados con insecticida sigue siendo una de las medidas más eficaces, especialmente en regiones donde es común la transmisión de malaria. También se utilizan repelentes de mosquitos, ropa protectora y fumigación de interiores con insecticidas de acción residual.

La aparición de mosquitos Anopheles resistentes a algunos insecticidas ha complicado los esfuerzos de prevención. Esto ha llevado a emplear mosquiteros combinados con piretroides y butóxido de piperonilo (PBO) que ofrecen una mayor efectividad. Los organismos internacionales continúan buscando nuevas soluciones para combatir la resistencia.

El uso de vacunas antipalúdicas está ganando protagonismo en los esfuerzos por erradicar la malaria. Desde octubre de 2021, la OMS recomienda el uso de la vacuna RTS,S/AS01 en niños residentes en áreas con transmisión moderada o alta del parásito P. falciparum. En 2023, se incorporó una nueva vacuna, R21/Matrix-M, que aumenta las esperanzas de control de la enfermedad a largo plazo.

Seguimiento y vigilancia

El control de la malaria no es solo una cuestión de tratamientos efectivos. La vigilancia epidemiológica, que incluye la recolección y análisis de datos sobre los casos y las muertes, es esencial. Esto permite a los países adaptar sus estrategias a las realidades de la enfermedad en áreas específicas.

Programas como la Estrategia Técnica Mundial contra la Malaria 2016-2030 de la OMS buscan reducir la incidencia y mortalidad de la malaria en al menos un 90% para 2030. La vigilancia también permite identificar nuevas amenazas, como resistencias a los medicamentos, cambios en los patrones de los mosquitos y brotes masivos.

Malaria y cambio climático

Cultura Africana y su Diversidad Cultural

El cambio climático podría tener un impacto considerable en la distribución y transmisión de la malaria. El aumento de las temperaturas globales, junto con las alteraciones en los patrones de lluvia y humedad, está creando nuevas áreas susceptibles a la transmisión de malaria en altitudes mayores, zonas que previamente no estaban afectadas.

Se estima que el calentamiento global podría llevar a un aumento en la longevidad de los mosquitos y una aceleración del ciclo de vida del Plasmodium dentro del insecto vector. En consecuencia, se prevé que la malaria se expandirá a nuevas zonas, afectando poblaciones que no están preparadas para combatir la enfermedad. Es esencial que los esfuerzos de lucha contra la malaria consideren estos escenarios de riesgo futuro.

Los recientes avances en las herramientas de diagnóstico, tratamientos mejorados, nuevos fármacos en desarrollo y la promesa de una vacunación efectiva han renovado la esperanza en la lucha contra la malaria. Sin embargo, se debe continuar con los esfuerzos de vigilancia, prevención y control para evitar que la malaria siga cobrando vidas. La combinación de la investigación científica, el acceso a tratamientos oportunos y la cooperación internacional será clave para erradicar la malaria en las próximas décadas.


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