Si hay una cultura que destacó en Norteamérica y Centroamérica, esa fue la civilización maya, la cual se ubicó principalmente en México. La cultura maya tuvo una estrecha relación con la religión y con el estudio del universo, lo que ha dado lugar al campo que hoy conocemos como astronomía maya.
Varios miles de años antes de Cristo, los mayas ya dominaban avanzadas técnicas de observación astronómica e identificación de cuerpos celestes y fenómenos cósmicos. Por ejemplo, cuenta la historia que el 15 de febrero del año 3379 antes de Cristo, los mayas identificaron y estudiaron un eclipse. Muestra de este conocimiento han sido las inscripciones encontradas en sus templos y pirámides.
El Calendario Maya
Uno de los aspectos más fascinantes del avance astronómico de los mayas es el famoso Calendario Maya. Este calendario fue diseñado miles de años antes de Cristo, y su fecha final fue el 21 de diciembre de 2012, lo que generó muchas especulaciones sobre el fin del mundo o la llegada de una nueva era. Sin embargo, el calendario constaba de 365 días distribuidos en 18 meses de 20 días cada uno, con un mes adicional de 5 días al final del año, conocido como los días «Wayeb», que se consideraban de mal augurio.
El Haab y el Tzolk’in son los dos principales sistemas calendáricos de los mayas. El Haab, de 365 días, estaba asociado a los ciclos agrícolas, mientras que el Tzolk’in, de 260 días, estaba vinculado a los actos ceremoniales y tenía una función astronómica y ritual muy importante. Juntos, formaban la Rueda Calendárica, que generaba ciclos de 52 años, tras los cuales los calendarios se alineaban nuevamente. Este ciclo era considerado de extrema importancia para los mayas, quienes creían que el destino de su civilización estaba ligado a los astros.
La Astronomía y los Templos Mayas
Los templos mayas no solo tenían un uso religioso, sino que estaban alineados con eventos astronómicos importantes. La Pirámide escalonada de Chichén Itzá es uno de los ejemplos más destacados de esta armonía entre la arquitectura y la astronomía. Este templo, dedicado al dios Kukulcán, está alineado de tal manera que durante los equinoccios de primavera y otoño, la sombra proyectada por el sol crea la imagen de una serpiente que desciende por las escaleras del templo, representando simbólicamente a Kukulcán.
Otra característica notable es que al ascender por la pirámide, los visitantes suben exactamente 365 escalones, lo que coincide con el número de días del calendario solar maya. Esto demuestra que los mayas diseñaron sus monumentos con una gran precisión, tomando en cuenta el movimiento de los cuerpos celestes.
Otro ejemplo importante es el Observatorio El Caracol, también en Chichén Itzá. Este edificio fue utilizado por los mayas para observar los movimientos de Venus y del Sol. Su estructura redonda es única entre los templos mayas y fue diseñada para alinear perfectamente con los equinoccios y solsticios. A través de este observatorio, los mayas registraron con precisión los movimientos de Venus, un planeta que jugaba un papel crucial en su mitología y rituales.
Venus y los Ciclos Planetarios
Venus era el planeta más importante para los mayas, y lograron determinar su ciclo sinódico con una precisión impresionante. Sabían que Venus tardaba 584 días en volver al mismo lugar en el cielo, y este conocimiento fue registrado en el Códice Dresde, uno de los pocos códices mayas que sobrevivió a la destrucción de los conquistadores españoles. En este códice, se observan los cálculos precisos de las posiciones de Venus y su relación con los tiempos de cambio o guerra.
Además de Venus, los mayas también estudiaron otros planetas como Marte, Júpiter y Saturno. Sus conocimientos se extendían mucho más allá de lo que podríamos esperar para una civilización antigua. Lograron calcular con precisión los ciclos planetarios y los utilizaron para hacer predicciones sobre acontecimientos tanto terrenales como celestiales.
Los Eclipses en la Cultura Maya
Los mayas también tenían un dominio impresionante sobre los ciclos de los eclipses, tanto solares como lunares. Utilizaron sus conocimientos para predecir estos eventos con gran exactitud, registrándolos en estelas y códices. Creían que los eclipses eran eventos de gran importancia cósmica y los interpretaron como luchas entre las divinidades solares y lunares. Durante los eclipses, los mayas realizaban rituales para aplacar a los dioses y evitar calamidades.
Los Mayas y la Cosmología
La astronomía maya no era un mero pasatiempo, sino que estaba profundamente entrelazada con su cosmología y religión. Los mayas creían que los cuerpos celestes eran deidades que influían directamente en la vida en la Tierra. La Vía Láctea, por ejemplo, era conocida como Wakah Chan, y estaba asociada con el Xibalbá, el inframundo. Según su mitología, los dioses viajaban por el cielo y dirigían los destinos de los mortales desde su trono en el cosmos.
Los sacerdotes mayas, el único grupo que tenía acceso a estos conocimientos astronómicos, usaban estas observaciones para prever eventos como las temporadas de cosecha, las guerras y los festivales religiosos, consolidando así su poder y control sobre la sociedad.
Conocimiento que Perdura
Gran parte del conocimiento astronómico maya se perdió tras la llegada de los conquistadores españoles, quienes destruyeron muchos de sus códices y monumentos. Sin embargo, las ruinas que permanecen y los pocos códices que sobrevivieron siguen siendo fuentes invaluables de información para arqueólogos y astrónomos interesados en el legado de esta fascinante civilización. El conocimiento de los mayas sobre los movimientos de los astros sigue sorprendiéndonos, y es un testimonio de su profunda conexión con el cosmos.
A través de sus cuidadosas observaciones y la aplicación de sus descubrimientos en su vida cotidiana y religiosa, los mayas lograron dominar la astronomía a un nivel que sigue siendo impresionante incluso en nuestros días. Hoy, estudiosos de todas partes del mundo continúan descubriendo más sobre su civilización y su asombroso legado.