La patata es un alimento básico en todo el mundo debido a que es barato, nutritivo y fácil de cultivar. En el futuro, se espera que su relevancia sea todavía mayor dados los aumentos de precios de los alimentos y la disminución de los suministros de arroz, trigo y maíz.
Este tubérculo (alimentos que crecen bajo la superficie de la tierra) es una buena fuente de carbohidratos, proteínas, vitamina C, fibra y potasio. La mayoría de las patatas del mundo se cultivaban y se consumían en Europa y Norteamérica, pero eso cambió a partir de la década de los 60, cuando Asia, África y Sudamérica comenzaron a multiplicar su producción.
Y es precisamente de este último continente, Sudamérica, de donde proviene la patata, concretamente de la cordillera de los Andes. Los agricultores de lo que ahora es Bolivia y Perú aprendieron a domesticar los cultivos de patata hace miles de años, lo que proporcionó seguridad alimentaria a las civilizaciones andinas.
Más tarde, en el siglo XVI, los exploradores españoles regresaron a casa con este alimento y desde ahí la introdujeron en otros países europeos, donde a pesar de ser visto con recelo al principio, terminó siendo abrazado por las masas. En Irlanda, por ejemplo, la patata ayudó a salvar la vida de más de tres millones de personas durante la hambruna del siglo XIX.
La mayor ventaja de la patata con respecto a otros alimentos importantes es que necesita menos terreno y crece más rápido (entre 90 y 180 días) y en condiciones más duras. Además, se puede cultivar tanto a nivel del mar como a grandes alturas y a muchas temperaturas distintas, lo que permite que se produzca en todo el mundo. Entre sus requisitos más importantes, se se encuentra la necesidad de mucha agua y un suelo bien drenado. Asimismo, a diferencia de otros cultivos de hortalizas, las patatas crecen de otras patatas, razón por la que los agricultores deben apartar una cierta cantidad de tubérculos cada temporada para plantar el próximo año.