El huracán Katrina azotó el golfo de México el 29 de agosto de 2005, provocando la destrucción de ciudades costeras en los estados de Misisipi y Louisiana. Como consecuencia, murieron más de 1.800 personas y alrededor de un millón se vieron obligadas a abandonar sus hogares.
Se trata del sexto huracán más intenso registrado en el Atlántico (sus vientos alcanzaron los 280 kilómetros por hora) y el número uno en la lista de los más mortíferos de la historia de Estados Unidos. También figura como el huracán que más daños materiales ha provocado en el país: 108 mil millones de dólares.
El peor golpe se lo llevó la ciudad de Nueva Orleans, cuyos diques cedieron debido a una mala gestión, dejando sumergida el 80% de la ciudad. Alrededor del 20% de su medio millón de ciudadanos quedaron atrapados sin energía, alimentos ni agua potable a la espera de una ayuda que se retrasó durante días, empeorando todavía más la lamentable situación, que incluía aguas tóxicas, cadáveres flotando por las calles, saqueos, asesinatos y muchos caos en general.
El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, que diseñó y construyó el sistema de diques, fue encontrado responsable del fallo de los diques y de las inundaciones en enero de 2008. Asimismo, el fallo de las protecciones también provocó las dimisiones de Michael D. Brown, director de la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas inglés) y de Eddie Compass, superintendente del Departamento de Policía de Nueva Orleans.