Algunas estaciones parecen empeorar ciertas enfermedades mentales. El cambio de estación es un fenómeno que puede causar síntomas como problemas para dormir, agotamiento excesivo e incluso una disminución en la concentración. Para algunas personas, estos síntomas pueden ser la manifestación de un trastorno afectivo estacional (TAE), un tipo de depresión que está directamente relacionado con los cambios en las estaciones.
Este trastorno puede empeorar en temporadas de poca luz y temperaturas frías, pero también puede aparecer en temporadas cálidas, lo que genera una variabilidad de síntomas dependiendo de las estaciones. Aunque no todas las personas perciben estos desequilibrios, quienes sufren de trastornos del ánimo deben estar atentos a los posibles signos de desequilibrio estacional.
¿Por qué las estaciones afectan nuestra salud mental?
La relación entre las estaciones del año y la salud mental radica principalmente en la forma en que la luz solar, la temperatura y los cambios en la rutina diaria influyen en nuestro ritmo circadiano, el ciclo que regula los patrones de sueño-vigilia. El ritmo circadiano está estrechamente influenciado por la luz solar, y cualquier cambio en la exposición a la luz puede tener un impacto significativo en nuestro estado de ánimo y energía.
Durante los meses más fríos y oscuros, nuestros cuerpos producen más melatonina, la hormona que induce el sueño, lo que puede llevar a una mayor sensación de fatiga y letargo. Al mismo tiempo, los niveles de serotonina, el neurotransmisor que regula nuestro estado de ánimo, disminuyen con la falta de luz natural. Este desequilibrio entre melatonina y serotonina es clave en el desarrollo de síntomas de depresión y ansiedad.
Un estudio del Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos afirma que el cambio estacional puede interrumpir los ritmos naturales del cuerpo, lo que aumenta la propensión a desarrollar trastornos del estado de ánimo, incluido el trastorno afectivo estacional (TAE). La fototerapia, una forma de terapia con luz, ha demostrado ser eficaz para compensar la falta de luz natural en invierno. También hay teorías que sugieren que la luz solar puede influir en los niveles de vitamina D, otro factor importante en la regulación del estado de ánimo.
Síntomas típicos del cambio de estación
Los síntomas más frecuentes asociados con el cambio de estación, especialmente durante la transición del verano al otoño o al invierno, incluyen:
- Cansancio extremo y falta de energía.
- Dificultad para dormir o hipersomnia (dormir en exceso).
- Aumento de peso, atribuible a un incremento en el antojo de carbohidratos.
- Tristeza, irritabilidad y ansiedad elevada.
- Bajo interés en actividades sociales o laborales.
Por otro lado, los cambios estacionales más cálidos, como la primavera y el verano, pueden desencadenar síntomas de hiperactividad e inquietud. Aunque es menos frecuente, algunas personas sufren de TAE estival, un trastorno que se manifiesta durante los meses de verano. Las altas temperaturas y los largos días pueden provocar síntomas de irritabilidad, agitación e incluso manifestaciones de bipolaridad.
El impacto específico de cada estación
Cada estación del año presenta desafíos únicos para la salud mental. A continuación, exploramos cómo los cambios estacionales afectan directamente nuestra salud mental en función de las particularidades de cada estación:
Otoño
El otoño marca la transición hacia días más cortos y una menor exposición a la luz solar, lo que se traduce en una disminución gradual de la energía. Muchas personas experimentan un descenso en su estado de ánimo debido a la menor exposición a la luz solar. Esta estación está asociada con síntomas de melancolía, agotamiento y un aumento de los pensamientos negativos.
Las lluvias frecuentes y la caída de las hojas también pueden contribuir a un sentimiento de aislamiento o soledad. Además, el cambio en la temperatura puede afectar la energía física, lo que lleva a una reducción de la actividad física y una mayor sensación de letargo.
Invierno
El invierno es la estación más comúnmente asociada con el trastorno afectivo estacional. Los días más cortos, las temperaturas más frías y la escasez de luz solar pueden tener un impacto directo en la producción de serotonina, lo que a su vez promueve sentimientos de depresión, tristeza profunda e incluso desesperanza. En estudios recientes del NIMH, se ha encontrado que la producción de melatonina aumenta de forma drástica en invierno, lo que agudiza aún más la sensación de fatiga y somnolencia.
Durante esta estación, la actividad física disminuye considerablemente, lo que reduce la capacidad del cuerpo para liberar endorfinas, los neurotransmisores relacionados con la felicidad. Otro síntoma común es el aislamiento social, ya que muchas personas optan por quedarse en casa debido al frío, lo que agrava la falta de interacción social.
Primavera
Con la primavera llega la esperanza de días más largos y temperaturas más cálidas. Sin embargo, para algunas personas, la primavera puede ser una fuente inesperada de ansiedad y fatiga, un fenómeno conocido como astenia primaveral. En lugar de experimentar energía renovada, algunas personas sienten un profundo cansancio debido a la transición repentina en la temperatura y la cantidad de luz solar.
Verano
El verano trae días largos, calor intenso y, para algunas personas, síntomas de trastorno afectivo estival. A diferencia del TAE invernal, el TAE estival está dominado por síntomas de irritabilidad, insomnio y pérdida de apetito. Además, el calor extremo puede causar molestias físicas que desencadenan ansiedad o empeoran los síntomas de trastornos como la bipolaridad.
El calor también puede dificultar la realización de actividades físicas, lo que reduce la producción de endorfinas y, por tanto, disminuye los niveles generales de bienestar emocional.
¿Cómo contrarrestar los efectos del cambio de estación?
Existen formas de mitigar los síntomas del trastorno afectivo estacional y otros problemas de salud mental relacionados con los cambios de estación:
- Fototerapia: La terapia con luz es especialmente eficaz para los síntomas del TAE invernal. Consiste en sentarse frente a una fuente de luz de 10,000 lux durante unos 30 minutos diarios.
- Ejercicio regular: Mantenerse físicamente activo ayuda a aumentar los niveles de serotonina y mejora el estado de ánimo general. Incluso salir a caminar puede ser beneficioso.
- Vitamina D: Tomar suplementos de vitamina D puede ayudar a equilibrar los niveles de serotonina durante los meses de poca luz solar.
- Psicoterapia: La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser eficaz para el tratamiento del TAE al cambiar patrones negativos de pensamiento y comportamiento.
Es imprescindible ajustar los hábitos y buscar un equilibrio para adaptarse de mejor manera a las demandas físicas y emocionales que cada estación trae consigo. Para muchas personas, puede ser valioso asistir a un profesional de la salud mental que ayude a desarrollar estrategias personalizadas.
El cambio de estación, aunque inevitable, puede convertirse en un desafío gestionable si se implementan las estrategias adecuadas como la fototerapia, el ejercicio y una alimentación adecuada, y, si es necesario, recurrir a tratamientos farmacológicos o psicoterapéuticos.
Entender cómo los factores ambientales, como la luz solar y la temperatura, afectan tu bienestar físico y mental, es clave para mantener el equilibrio a lo largo del año.