En una ocasión pasada hemos hablado sobre los efectos de las drogas. En esta ocasión queremos hacer una clasificación de los tipos de drogas más conocidos que hay, y que vale la pena mencionar que todos resultan perjudiciales para la salud del ser humano.
Ya conocemos a las drogas estimulantes, ahora hablemos de las drogas relajantes, en donde destacan el opio, la morfina, la heroína y la marihuana.
Opio: Un poderoso narcótico natural
La primera de ellas es una droga analgésica que tiene origen natural pues es extraída de una planta llamada Papaver somniferum, también conocida como la adormidera, que tiene propiedades somníferas. El opio ha sido utilizado durante siglos, y su consumo fue sumamente popular en el siglo XIX, sobre todo en Asia, especialmente en China, donde el comercio del opio también tuvo un impacto geopolítico enorme, lo que condujo no solo a adicciones masivas, sino también a guerras y tratados que marcaron profundamente la historia de la región.
Una de las particularidades del opio es que se consume de diferentes formas; se puede fumar, consumir oralmente o en ocasiones inyectarse, dependiendo de cómo se procese. Dentro de las sustancias derivadas del opio encontramos medicamentos utilizados en tratamientos médicos, pero también las drogas de uso recreativo como la heroína, que ha sido calificada como una de las drogas más peligrosas por su alto potencial adictivo.
Los efectos del opio incluyen la analgesia (reducción del dolor) y una fuerte relajación que puede convertirse en sedación o letargo, dependiendo de la cantidad consumida. Sin embargo, el abuso prolongado genera dependencia y lleva a la aparición de un conjunto de síntomas cuando se interrumpe su uso, conocido como el síndrome de abstinencia.
Además, el opio puede provocar repercusiones respiratorias, debido a su capacidad para deprimir el sistema nervioso central, lo que en situaciones graves puede provocar la muerte por parada respiratoria.
Morfina: Un analgésico potente de uso médico
Mencionemos ahora a la morfina que es una droga sumamente fuerte que tiene propiedades analgésicas. Por lo general, se emplea para aliviar dolores extremos, particularmente en pacientes con enfermedades terminales como el cáncer.
La morfina es un alcaloide que se extrae directamente del opio. Fue aislada por primera vez en principios del siglo XIX y revolucionó el manejo del dolor. Aunque se extrae del mismo compuesto base que el opio, la morfina es considerablemente más potente y a menudo se administra en hospitales y entornos médicos supervisados. Su uso principal es el alivio del dolor cuando otros analgésicos no son suficientes para controlar el malestar del paciente.
A corto plazo, la morfina genera efectos similares a otros opioides, tales como la euforia, la relajación muscular y una profunda sensación de bienestar. Sin embargo, su uso no está exento de riesgos. El abuso de morfina puede causar dependencia física, lo que significa que los usuarios habituales necesitarán dosis cada vez mayores para lograr los mismos efectos, incrementando el riesgo de efectos adversos.
Algunos de los efectos potencialmente más peligrosos son la depresión respiratoria, la sedación extrema que puede resultar en coma, y en algunos casos, la muerte. La morfina tiene un alto potencial adictivo, y aunque es una sustancia económica y accesible en entornos médicos, las personas que se vuelven dependientes de ella pueden comenzar a buscar vías no autorizadas para obtenerla.
En cuanto a los efectos a largo plazo, la morfina puede alterar significativamente la vida del usuario al generar tolerancia, dependencia e incluso adicción. Estos efectos se producen porque el cuerpo reduce su capacidad de producir dopamina de manera natural, lo que lleva a la necesidad de consumirla regularmente para evitar síntomas de abstinencia como temblores, náuseas y ansiedad extrema.
Marihuana: Una droga con efectos controversiales
En cuanto a la marihuana, también conocida como Cannabis sativa, es una planta que, aunque muchos la consideran medicinal, ha generado gran debate debido a sus propiedades tanto recreativas como terapéuticas.
La marihuana se consume en diferentes formas: fumada, vaporizada, ingerida como alimento o bebida, e incluso como aceite en algunos casos médicos. El principal compuesto activo es el tetrahidrocannabinol (THC), que actúa sobre los receptores cerebrales para alterar la percepción sensorial y causar una sensación de euforia o relajación.
Entre los efectos de la marihuana cabe destacar que produce un estado de bienestar, una mayor sensibilidad a los estímulos, y en algunos casos, una distorsión de las percepciones del tiempo y el espacio. No obstante, a pesar de su creciente uso medicinal, estudios recientes concluyen que puede ser más dañina para los pulmones que el tabaco, al presentar un mayor riesgo de enfermedades pulmonares.
El uso prolongado de marihuana puede acarrear problemas de memoria y déficits cognitivos. Además, el abuso en personas vulnerables a enfermedades mentales puede aumentar la probabilidad de desarrollar trastornos como la esquizofrenia o la ansiedad.
A pesar de sus riesgos, la marihuana ha sido legalizada para fines médicos en muchos países debido a su capacidad para aliviar el dolor crónico, reducir los mareos causados por el tratamiento de quimioterapia y mejorar el apetito en pacientes con HIV u otras enfermedades debilitantes.
En resumen, a pesar de los diferentes usos y efectos de las drogas relajantes como el opio, la morfina y la marihuana, todas comparten riesgos significativos para la salud, desde la adicción hasta enfermedades graves e incluso la muerte si no se utilizan con precaución y bajo supervisión médica adecuada.