Nuestros cuerpos albergan una gran variedad de músculos. Algunos son grandes y poderosos, como los que utilizamos para caminar o saltar, mientras que otros son más pequeños; por ejemplo los músculos que nos permiten parpadear.
Existen tres tipos de músculos diferentes en el cuerpo humano, diferenciándose entre ellos por la tarea en que están especializados: músculos esqueléticos, músculos lisos y músculos cardíacos.
Músculos esqueléticos
Generalmente, están unidos a los huesos. Su apariencia destaca por tener estrías o rayas. Las células de los músculos esqueléticos pueden ser muy largas, llegando a superar a veces los 30 cm. Asimismo, pueden contener muchos núcleos diferentes. Se utilizan principalmente en el movimiento, como cuando movemos los dedos de los pies o la mano, pero también cuando sonreímos.
Músculos lisos
A diferencia de los esqueléticos, los músculos lisos no están bajo el control del cerebro, sino que operan por su cuenta. Además, sus células sólo tienen un núcleo. Llamados músculos lisos porque su apariencia es más suave que la del resto, podemos encontrarlos por todo el cuerpo. Desde el sistema digestivo, pasando por los ojos. Algunas de sus muchas tareas son mover los alimentos por el sistema digestivo, regular el flujo sanguíneo y disminuir el tamaño de las pupilas cuando hay demasiada luz.
Músculos cardíacos
Los músculos cardíacos se encuentran exclusivamente en el corazón. Se trata de un tipo especial de tejido que presenta estrías o rayas al igual que el músculo esquelético y no está bajo el control del cerebro, como sucede con los lisos.
Lo que está claro es que sea cual sea su tamaño y se encuentren en la parte que se encuentren, todos los músculos del cuerpo son igual de importantes, sobre todo si tenemos en cuenta que estos representan alrededor del 40% del cuerpo humano.
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