La primera cosa que se debe hacer antes de enfrentarse a un texto es comprenderlo. Si no se comprende el sentido, se puede memorizar, pero será mucho más fácil olvidarse de algunas partes. En cuanto una palabra es desconocida, conviene comprobar su definición en un diccionario.
Comprender un texto, no es únicamente hacerse con cada frase, sino sentir la articulación de todos los párrafos. Ciertos textos son más difíciles de memorizar que otros, en función del estilo del autor.
Hay que ponerse en la piel de los personajes, visualizar los lugares de las escenas y vivir el texto, es la única forma de memorizarlo de forma duradera.
Subrayar es importante, pero otra clave está en escribir en el margen del texto las palabras claves. Con este truco, jugamos con las asociaciones de ideas, porque cada párrafo puede sugerir alguna cosa, y siempre será más fácil recordar ese término en primer lugar.
Pero al mismo tiempo, también jugamos con la memoria visual, porque al memorizar los párrafos, también se memoriza su posición en la hoja. Si nos acordamos de las palabras del margen, podemos recordar el texto y el emplazamiento de cada una de sus partes.
El texto se puede dividir en diferentes partes y aprenderlas por separado. De esta forma será más fácil. En ese estado, se puede tomar cada parte y resumirla con las propias palabras de uno. También se puede aprender el texto frase por frase. Se trata de memorizar las frases por separado, y luego unirlas para que tomen un sentido.
Es posible que existan palabras que se deban memorizar a cualquier precio. Un léxico específico que no se puede explicar con las propias palabras, porque hacen referencia a algo concreto. En este caso, la asociación funciona muy bien, se puede dividir la palabra y asociar cada parte con una palabra más simple.
Solicitar la memoria visual y auditiva. Los viejos trucos funcionan normalmente, se puede memorizar un texto escribiéndolo muchas veces. Al final la cabeza termina por asimilarlo.